En el Centro Histórico de Quito (Ecuador) existe una escuela feminista autogestionada que ha sabido adaptarse a la complejidad de las vidas de las mujeres. Magola Suárez, alumna de 63 años, lleva asistiendo dos años. Durante este tiempo ha aprendido a leer y a escribir, aunque para ella significa algo más. “Es escaparme de mi casa para tener un poco de libertad”, asegura.
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