Los pueblos de América latina y específicamente los de Ecuador y Bolivia comparten la misma lucha y enfrentan a un enemigo común: la trampa de los llamados gobiernos progresistas. Gobiernos que han lanzado una agresiva política contra los campesinos e indígenas que no quieren aceptar su anacrónica promesa de desarrollo y modernización. Su discurso cada vez confunde menos, la sabiduría popular de los de abajo ya no acepta baratijas a cambio de sus territorios, de su vida y su dignidad. Para los pueblos libres ya pasó aquella vergonzante época en la que los conquistadores embaucaron a nuestros ancestros con espejos y fruslerías doradas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario